Según el historiador Enric Moreu-Rey el topónimo tiene su origen en el término latino alveolu (lugar en que se recogen las aguas).
Aunque no aparece citado en documentos hasta 1158 se cree que ya existía un poblamiento anterior a esa fecha.
En 1158, Ramón Berenguer IV concedió la señoría a Joan de Martorell, encargándole la repoblación del lugar.
Aunque en la zona se encuentran diversos yacimientos de platino, plata y plomo, estos están sin explotar.
La iglesia parroquial está dedicada a San Miguel y fue construida en 1791.