Regresó a su país en 1167, y ese mismo año asesinó al rey Carlos VII.
Alrededor de 1172, los hermanos fueron derrotados y Canuto pudo gobernar en la mayor parte del país.
Con Dinamarca las relaciones diplomáticas fueron más bien tensas, tras haber apoyado ese reino a la Casa de Sverker en su lucha por recuperar el poder.
Canuto buscó fortalecer al Estado mediante el establecimiento de una fuerte administración centralista.
Cuando su esposa sanó, Canuto pidió al Papa que le levantara los votos.