La iconodulia sería más tarde restaurada en el Imperio Bizantino bajo el reinado de la emperatriz Teodora, una medida que algunos devotos atribuyen a la influencia y las profecías de Juanicio.
[1] Juanicio sirvió en el Ejército Bizantino en su juventud antes de volcar su vida al estudio ascético y la contemplación monástica.
Escolares Bizantinos se han referido en consecuencia primariamente a dos hagiografías que son las fuentes fundamentales sobre la vida de Juanicio.
[1] Después de su servicio militar que duró seis años, Juanicio quiso entrar en la vida espiritual y se unió a un monasterio.
[5] Juanicio intervino, asumiendo todos los dolores de su pecado y permitiéndole seguir siendo una monja devota.
Aunque Juanicio nació en una familia iconoclasta, más tarde se convirtió en un devoto creyente de la iconodulia.