Juan Jacobo tomó el hábito franciscano como lego en el convento de Herbón, no era sacerdote.
En su martirio fue precipitado desde el tejado de la iglesia.
Aún vivo suplicó a Dios con fervor que aceptase su sacrificio, hasta que con una cuchillada lo remataron.
Desde entonces los nombres de sus compañeros y beatos Manuel Ruiz López, Carmelo Bolta Bañuls, Engelberto Kolland, Nicanor Ascanio, Pedro Nolasco Soler, Nicolás María Alberca, Francisco Pinazo Peñalver y Juan Jacobo Fernández son venerados en los Altares.
Su memoria litúrgica se celebra cada 10 de julio.