[7] Su producción poética, recopilada en su Opuscula Poetica de 1729, comprende hexámetros, líricas, elegías y epigramas[8] que refieren a autores clásicos no solo españoles sino greco-latinos.
[9] De su obra mayor, según la consideraba el mismo Interián, el Pintor cristiano y erudito, salió una primera edición latina impresa en su convento de Madrid en 1730: Pictor Christianus Eruditus.
Sive de erroribus qui passim admittuntur circa pingendas, atque effingendas Sacras Imagines, debiendo esperar hasta 1782 la traducción castellana —de Luis Durán y Bastero—, impresa por Ibarra con el título El Pintor Christiano y erudito, o tratado de los errores que suelen cometerse frequentemente en pintar, y esculpir las imágenes sagradas.
Se hizo también una traducción al italiano, impresa en 1854, y recibió elogios del papa Benedicto XIV.
[10] Su defensa del decoro, con la que sintonizó Mayans,[11] o el papel preponderante del teólogo sobre el artista, manifestada en la misma elección del latín como medio de comunicación,[12] no será obstáculo para que en sus orientaciones iconográficas y críticas a los errores y abusos cometidos por los artistas en las representaciones sagradas surjan novedades en relación con los anteriores tratadistas, más directamente vinculados a las orientaciones tridentinas y a criterios devocionales, a los que Interián antepondrá una concepción más historicista y erudita.