De cualquier forma se le vincula como hermano del navegante y cartógrafo italiano Girolamo da Verrazano (o Hieronymus).
Un año más tarde y finalizada la conquista de Tenochtitlan, Cortés, en su afán por recuperar el oro perdido, permitió al tesorero Julián de Alderete realizar un interrogatorio y someter a tormento al tlatoani Cuauhtémoc para hacerle confesar el paradero del oro o bien para conseguir más riquezas.
[3] El viaje continuó pero en el corto trayecto entre las Azores y la península ibérica, Fleury al mando de seis naves atacó a la pequeña flota española.
Francisco I llegó a exclamar que quería ver el testamento del padre Adán, en donde se especificara el legado a España y Portugal quienes se habían repartido el nuevo continente, por tal motivo justificó plenamente la acción del corsario como lícita.
El capitán Alonso de Ávila fue conducido a La Rochelle donde estuvo prisionero durante dos años, los franceses esperaban una recompensa por su vida.
Cuando el rey Carlos I se enteró, ordenó que fueran colgados en el puerto del Pico en Colmenar de Arenas (actual Mombeltrán).