A principios de 1808 era un coronel retirado, residente en Pamplona, donde se hizo amigo del joven Francisco Xavier Mina.
Poco después se trasladó a Zaragoza, en donde pasaría a prestar servicio como comandante de división en el Ejército de la Derecha de Joaquín Blake (1809).
Con dicha unidad sufrió una derrota decisiva en la batalla de Ocaña.
Según testigos, «en Ocaña y subido en un campanario miraba por un catalejo, el ejército francés mandado por el mariscal Victor se desplegaba en formación de guerra y se colocaba en los lugares más estratégicos.
Galdós dice de él que era un «hombre nulo en el arte de la guerra y en cuya cabeza no cabían tres docenas de hombres».