En la segunda prueba, de composición, su obra fue valorada como «hecha con naturalidad y buen gusto».
Finalmente, en la prueba de órgano español , volvió a superar a su contrincante, recibiendo comentarios favorables por su estilo refinado, aunque con la observación de que aún le faltaba mayor soltura y dominio del teclado.
Para paliar esta situación, se le concedió en varias ocasiones permiso para que la capilla pudiera ofrecer actuaciones en localidades cercanas, lo que proporcionaba ingresos adicionales tanto para los músicos como para el maestro.
La plaza, al parecer, había quedado vacante tras la marcha de Escolástico Facundo Calvo, pero su candidatura no tuvo éxito, ya que el puesto fue finalmente otorgado a Manuel Laguía.
[2] En algún momento el maestro presentó al cabildo la propuesta de que se le asignaran las rentas correspondientes a un contralto jubilado una vez que el puesto quedara vacante por defunción.
[1] No se registran indicios de desavenencias entre el cabildo y el maestro.
En total se conservan cuatro misas, unas completas, dos antífonas, dos himnos, nueve motetes, dos responsorios, tres salmos, además de dos otras obras en latín y cinco en castellano, todas ellas de carácter religioso.