Allí pasó cinco años y conoció a José Jiménez Lozano, vecino del pueblo de Alcazarén, con quien años más tarde haría surgir la primera exposición de Las Edades del Hombre.
Su amigo, el escritor José Jiménez Lozano, le ayudó a concretar la idea.
El proyecto inicial comprendía cuatro ediciones: la primera, en la Catedral de Valladolid (1988-1989), dedicada a las Artes plásticas; la segunda, en la Catedral de Burgos (1990), abordó los documentos históricos de los archivos; la tercera, en la Catedral de León (1991-1992), estuvo dedicada a la música; y la que originalmente iba a ser la cuarta y última, en la Catedral de Salamanca (1993-1994), dedicada al diálogo entre la Fe y el Arte, entre el arte antiguo y el contemporáneo (El contrapunto y su morada).
El éxito de estas ediciones llevaron a organizar una quinta, en Amberes (1995), la gran ciudad flamenca del siglo XVI, mostrando la relación de Castilla y León con Flandes.
Aunque seleccionó las piezas y visitó su montaje, su deteriorada salud le impidió asistir a la inauguración, falleciendo algunas semanas después.