Almada fue el dueño de las minas altamente rentables "Balbanera" en Promontorios y "La Quintera" en La Aduana.
Esta historia fantasiosa fue atribuida erróneamente a Almada por José Sánchez Pareja en su Reseña Histórica de Batopilas[1] y por Everardo Gámiz en Leyendas Duranguenses.
Participó activamente en la represión de levantamientos indígenas en 1832 y lideró operaciones a lo largo del río Mayo.
En los años siguientes, Almada ocupó los cargos de prefecto en Baroyeca en 1843 y Álamos en el mismo año.
Posteriormente, el gobernador Pesqueira ordenó el embargo de sus bienes, sospechando su complicidad con el Imperio, a pesar de que Almada no ocupó ningún cargo o empleo durante la administración imperial.