[2] Galdós dibuja a Fajardo como señorito provinciano de la Alta Alcarria, de talante moderado, familia y amigos ricos.
Un enamorado que sucesivamente lo será de Antoñita “la Cordonera” (la amante «plebeya», según Jaqueline Cobo),[3] Lucila Ansúrez “la Celtíbera”,[4] o la aristócrata María Ignacia.
[5] Narrador contemplativo,[6] ingenuo muchas veces,[2] Fajardo es «un hombre lúcido, pero incapaz de actuar frente al entramado social».
[7] Como Fajardo o como Beramendi, el personaje relata en primera persona, y a veces en forma de diario el entramado histórico novelado en Las tormentas del 48, Narváez, La revolución de julio, O'Donnell, Prim y La de los tristes destinos.
Definitivamente, Galdós prescinde del personaje heroico en la cuarta serie de sus Episodios, usando sin embargo como interlocutor a tipo que el escritor ya ha diseccionado con su agudeza y con esta reflexión: «El hombre que no lucha por un ideal, el hombre a quien le dan todo hecho en la flor de los años, y que se encuentra en plena posesión de los goces materiales sin haberlos conquistado por sí es hombre perdido, es hombre muerto, inútil para todo fin grande».