Después se trasladó a Los Ángeles, donde trabajó en los astilleros sin dejar de practicar durante las noches.
Su espíritu aventurero lo llevó a Nueva York en 1938 y allí fue campeón del mundo dos veces.
Al finalizar el encuentro, Joe Chamaco lo felicitó y le preguntó que si quería ser profesional a lo cual Néstor Blancas no aceptó.
En esos mismos años visitó Tampico, Tamaulipas, y en el puerto jugó con el hijo del dueño de los billares "César Cárdenas Salinas" y le hizo una apuesta: quién llegaba primero a 1000 carambolas.
Ese joven también lo tomaba como distracción, ya que después fue médico cirujano graduado por la UNAM.