Se enroló en la Armada Española, llegando a Buenos Aires hacia 1795.
[2] Trasladado a las prisiones del Callao, permaneció preso hasta el año 1818, en que logró fugarse y esconderse en la ciudad de Lima.
Desde allí logró enviar información al general San Martín sobre las fuerzas realistas en la capital.
Unos días más tarde, la tripulación se sublevó y fue abandonado con los otros oficiales en un bote.
[2] Fue incorporado al ejército que iba a participar en la Expedición Libertadora del Perú como coronel de caballería.