José Antonio Martínez de Aldunate

[3]​ Perteneciente a una de las familias más encumbradas del reino, se le sumó un temprano interés por la carrera eclesiástica y las ciencias: cursó latín, filosofía y teología en el convictorio jesuítico de San Francisco Javier (tras la expulsión de los jesuitas conocido como Convictorio Carolino y tras la independencia integrado al Instituto Nacional).

[4]​ En su carrera como catedrático, nos encontramos que para 1755 fue nombrado examinador en sagrados cánones en la universidad de San Felipe, al año siguiente el gobernador del reino Manuel de Amat y Junyent le nombró para ejercer la cátedra de instituta, ejerció dicha cátedra durante doce años hasta que fue nombrado rector en 1764, teniendo él 33 años, cargo que generalmente sólo alcanzaban en Chile los catedráticos de una edad muy avanzada.

[1]​ Posteriormente seguiría ejerciendo como catedrático y rector a la vez que miembro del tribunal eclesiástico, donde fue reconocido por su capacidad para resolver conflictos con «dulzura, sentido del humor y tolerancia».

Todos estos logros le valieron la fama en España, pero algunos detractores en Chile, lo que causaría que fuera promovido al episcopado de Huamanga a la edad de 73 años.

Tanto la sociedad civil como la eclesiástica escribieron innumerables súplicas al monarca español para que el doctor ocupara la vacante.