En particular fue pionero al usar cómics como un medio poético en colaboración con otros poetas a los que admiraba.
[1] Brainard se hizo amigo de Ron Padgett, Dick Gallup y Ted Berrigan durante sus años de instituto al trabajar en la revista literaria The White Dove Review, que imprimió cinco números en el curso 1959-1960.
Para 1965 Brainard ya había montado su primera exposición[5] y estaba integrado en un círculo de amigos con Frank O'Hara, Kenneth Koch, Alex Katz, Edwin Denby, Larry Rivers, Fairfield Porter, James Schuyler, Jane Freilicher, Virgil Thomson, John Ashbery, Joseph LeSueur, Kenward Elmslie, Rudy Burckhardt, Yvonne Jacquette, Andy Warhol, John Ashbery, Jasper Johns, Ned Rorem, Anne Waldman, Lewis Warsh, Tony Towle, Tom Clark, Larry Fagin y Michael Brownstein entre otros.
Por ejemplo, en 1975 su exposición en Fischbach la formaban 1500 miniaturas de tamaño inferior a una tarjeta postal.
Sus cenizas fueron esparcidas en un prado en el norte de Vermont, donde pasó sus últimos 29 veranos con Kenward Elmslie.
[1] En lugar de una lápida colocaron una roca en el prado que veía desde su estudio, donde van sus amigos a recordarle.
[9] Paul Auster dijo de «I Remember»: [14][5] «I Remember» inspiró muchos homenajes, entre ellos el notable Je me souviens (1978) de Georges Perec (del grupo literiario OuLiPian) dedicado a Brainard.
La simplicidad de la forma tiene un gran atractivo para escritores y profesores, aunque la mayoría que lo usa no conoce su origen.
En 1998 los cineastas David Chartier y Avi Zev Weider presentaron su cortometraje de 20 minutos «I Remember» en el Sundance Film Festival.
[9] El escritor español Miguel Ybarra Otín, en su libro Todo lo que pasa cuando nada pasa (2024), adopta esa misma forma y comienza todos los párrafos con la palabra "Recuerdo", con saltos en espacio y tiempo pero siempre hilvanando los recuerdos temáticamente.