Jan van Rijckenborgh

Ya desde una edad temprana mostró un pronunciado sentido de la justicia que le condujo a buscar la religión.

La inmensa diferencia entre fe eclesial y práctica de vida, que el joven Jan Leene percibió tan a menudo en teólogos y creyentes, le distanció de la Iglesia Reformada a la que pertenecían sus padres.

En el año 1924 también tuvo lugar su enlace matrimonial con Johanna Ames, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos.

En esa época, los hermanos Leene se dedicaron a estudiar en profundidad los textos de Madame Blavatsky, Max Heindel y Rudolf Steiner, los Manifiestos rosacruces, así como los escritos de Comenio y Paracelso.

Durante la Escuela de Verano del año 1933 se llegó a tomar contacto con Jiddu Krishnamurti.

Jan van Rijckenborgh redactó sus primeros escritos con el seudónimo de John Twine.

En 1939 escribió un Comentario sobre este documento que publicó, junto con su traducción del texto al holandés, con el título de Christianopolis.

- Nueva Llamada (Een nieuwe roep)- 1990 - Ediciones del Lectorium Rosicrucianum S.A (ISBN 84-87055-13-3).

- El Remedio Universal (Het Universele Geneesmiddel) - 1995 - Ediciones del Lectorium Rosicrucianum S.A (ISBN 84-87055-25-7).

Jan van Rijckenborgh no se cansó nunca de llevar a la consciencia de sus oyentes la verdadera meta del devenir humano: la unión del Alma renacida con el Espíritu original.

Con ello se vio claramente que, con vistas al nuevo período que ahora despuntaba a finales del siglo XX, la Dirección Espiritual ya no podía ser encomendada a una sola persona.

Cuando fue necesario, ella, en su calidad de Gran Maestra, siguió apoyando a este Collegium con su sabiduría y consejos, hasta su muerte en 1990.

Al igual que Jan van Rijckenborgh se comprometió ante su hermano, y sobre todo ante la Gnosis, a continuar la Obra, el Lectorium Rosicrucianum también prosigue en la actualidad el trabajo emprendido, estando presente en los principales países de Europa, América del Norte y del Sur, Australia, Nueva Zelanda y parte de África.

Quiero decir que sus consejos solo significan algo cuando tú percibes en esos consejos un parentesco espiritual, cuando tú, desde dentro hacia afuera, los reconoces como la luz de un faro en medio de la más oscura noche.