Jaime de Aragón (1296-1334)

Ya en 1318 se produjo un incidente curioso en la corte barcelonesa, cuando Jaime II encontró en los aposentos de su hijo un hábito de monje, con el consiguiente disgusto por parte del descubridor.

En el siglo XIX el monasterio fue demolido y las tumbas reales profanadas por las milicias.

Los restos de las personas reales fueron introducidos en sacos y llevados a la Catedral de Barcelona en 1835, donde en 1852 la reina Isabel II dispuso que fueran colocados en un sepulcro en el claustro de la Catedral, aportando dinero para llevar a cabo el proyecto.

Ya en el presente siglo, los restos reales fueron trasladados al interior de la Catedral.

No obstante todo lo anterior, en la Catedral de Tarragona aún se da por sepultado allí al infante Jaime, y se asegura que jamás fue trasladado desde que fue sepultado.

Cruz de la Orden de Montesa , a la que perteneció el infante Jaime de Aragón y Anjou en la última etapa de su vida, después de su renuncia al trono.