Para aliviar sus achaques pasó a los conventos de Segorbe y Castellón de la Plana con el empleo de Lector de Teología moral, por no haber en dichos conventos otra lectoría que esa, ya que no eran lugares consagrados al estudio.
Predicó desde que fue Lector de Artes durante muchas cuaresmas en Valencia y otras ciudades.
Dominaba las lenguas catalana, latina, castellana, francesa, italiana y portuguesa.
Aunque no residió de forma continuada en Valencia, participó en el movimiento ilustrado de esta ciudad a principios del XVIII.
Fue el primero en introducir el hipercriticismo metodológico en la esfera de los estudios históricos españoles y, aunque las pruebas de su correspondencia con Gregorio Mayáns y Siscar son tardías, no estuvo al margen del grupo intelectual dirigido por el deán Manuel Martí, quien dijo conocerlo muy bien "y sé que es un religioso muy erudito y que ama la crítica".