Nació, según Focio, en Alejandría hacia el año 360 y murió antes del 451.
Otros autores, sin embargo, identifican dicha obra con la larga carta dirigida al sofista Arpócrates.
Por lo que al dogma cristológico respecta, Isidoro rechaza enérgicamente el arrianismo, así como las tendencias maniqueas y apolinaristas.
Advierte que no posee la fórmula adecuada para expresar rectamente la unión de las dos naturalezas en Cristo; rechaza tanto su separación como su mezcla.
Μία υπόστασις (una sustancia) y εν πρόσωπον (una persona) podrían suponer el camino que condujese al fin deseado.