Su unión fue la cuarta vez que las casas de Wittelsbach y Saboya se unieron en matrimonio.
La boda fue considerada por un espectador como «notable por su buen gusto y sencillez».
El rey Luis II de Baviera (primo de Isabel) no asistió, ya que rara vez asistía a eventos públicos.
Asistieron el papa Pío X, junto con 1000 peregrinos franceses y varios miles de fieles de otras nacionalidades, así como veintidós cardenales y la corte papal.
El evento fue notable, ya que fue la primera vez que miembros de la Casa de Saboya asistieron a una función religiosa en presencia del papa.