Desde 1857 el país no tiene una religión oficial[1] y algunas leyes anticlericales contenidas tanto en al constitución de 1857 como en la de 1917 impusieron fuertes limitantes a las organizaciones religiosas y en ocasiones el estado se entrometió en asuntos religiosos.
[3][4] Según World Population Review, el 38% de la población mexicana se considera irreligiosa.
[5] Desde la época colonial la religión católica tuvo un fuerte impacto en la sociedad con la ayuda de la evangelización e incluso estuvo a punto de extinguir todos los credos autóctonos, manteniendo sumiso al pueblo e incluso obteniendo un poder mayor que el del mismo gobierno virreinal.
Esta ley fue muy polémica incluso entre los mismos Liberales, debido a que casi todos eran católicos.
Sin embargo, a la mitad del siglo XIX hubo muchas reformas relacionadas al poder de la iglesia en materia política.
Durante la mayor parte de los 300 años del país como colonia española, la iglesia católica se inmiscuyó fuertemente en política.