[3] El humanismo secular como sistema filosófico organizado es relativamente nuevo, más sus fundamentos pueden ser encontrados en las ideas de los filósofos griegos clásicos como los estoicos y los epicúreos, en el confucionismo chino y en el movimiento lokaiata encabezado por Chárvaka en la India clásica.
Voltaire, Diderot y David Hume, entre muchos otros, son representantes de esta corriente.
Fue suscrito por muchos líderes del pensamiento y de la acción a lo largo y ancho del mundo: Andrei Sakharov (notorio disidente soviético), Julian Huxley (primer Presidente de la Unesco), Sidney Hook, Betty Friedan, Gunnar Myrdal, Jacques Monod, Francis Crick, Margaret Knigth, James Farmer, Allan Guttmacher, Paul Kurtz, Ritchie Calder y Philip Randolph, entre otros.
La declaración respondía que el humanismo secular expresaba un conjunto de valores morales y un punto de vista filosófico y científico no teísta que no podían hacerse equivalentes con una fe religiosa.
[7] Esa misma institución publicó el Manifiesto humanista 2000, el más reciente documento al respecto y que hace una llamada a renovar el pensamiento de la humanidad de cara a enfrentar los retos y problemas del nuevo siglo.
Bunge formuló siete tesis para describir la cosmovisión del humanismo secular:[3] El principio fundamental del humanismo secular es una actitud crítica y escéptica ante los dogmas de cualquier tipo, llámese religiosos, políticos o sociales, a los cuales somete a un análisis racional para ser aceptados o rechazados.
La construcción de un sistema ético ajeno a los tintes místicos y religiosos es otro objetivo del humanismo secular.
Por su contenido, el humanismo secular es considerado por algunos como una continuación del ateísmo, debido a que descarta lo sobrenatural pero también busca formas alternativas de ética y convivencia social, pero entre los humanistas seculares se encuentran agnósticos, librepensadores, racionalistas y escépticos.
Esto significa que no debemos tratar a los demás seres humanos como meros objetos para nuestra propia satisfacción; debemos considerarlos como personas dignas de igual consideración que nosotros mismos.
Dada la multiplicidad actual de credos, todos somos extranjeros —aunque podamos ser amigos— en una comunidad más amplia.
Las piedras fundamentales de la conducta moral son las «decencias morales comunes»; es decir, las virtudes morales generales que son ampliamente compartidas por los miembros de la especie humana pertenecientes a las más diversas culturas y religiones: Debemos decir la verdad, cumplir las promesas, ser honestos, sinceros, hacer el bien, ser fiables y confiar, dar muestras de fidelidad, aprecio y gratitud; ser bien pensados, justos y tolerantes; debemos negociar las diferencias razonablemente e intentar ser cooperativos; no debemos herir o injuriar, ni tampoco hacer daño o atemorizar a otras personas.
Los principios y valores humanos pueden justificarse mejor a la luz de la investigación reflexiva.
Cuando existan diferencias, es preciso negociarlas siempre que podamos mediante un diálogo racional.
No podemos estar mirando atrás, hacia las morales absolutas del pasado para guiarnos en estas cuestiones.
En el mundo existen organizaciones humanistas seculares reconocidas y reagrupadas bajo el paraguas de federaciones internacionales como la Federación Humanista Europea[8] o The International Humanist and Ethical Union (IHEU), fundada en Ámsterdam en 1952.