No obstante, aunque las señales sean digitales, su naturaleza sigue siendo analógica y, por tanto, se ven afectados por fenómenos como ruidos, distorsiones y atenuaciones.
A distancias cortas y con una pequeña tasa de bits, casi cualquier conductor puede transmitir fielmente este tipo de señales.
Es una tarea importante en todos los niveles del encapsulado y ensamblaje electrónico, desde los conectores internos de un circuito integrado,[1] pasando por el encapsulado, la placa de circuito impreso (PCB), el backplane y las conexiones entre sistemas.
Por ejemplo, el primer cable telegráfico transatlántico, desplegado en el siglo XIX, sufrió importantes problemas de integridad de señal, cuyo análisis dio lugar a muchas de las herramientas matemáticas que aún hoy en día se usan para analizar estos problemas, como es el caso de las ecuaciones del telegrafista.
A medida que las velocidades fueron aumentando, la integridad de señal tuvo que ser estudiada cada vez más a menudo, hasta que, en circuitos modernos (>100 MHz), prácticamente todas las señales deben diseñarse con la SI en mente.