El título de la película toma su nombre del doble significado de la palabra "inserción", que tanto se puede referir a una técnica cinematográfica (insertar escenas que faltan en un material preexistente) como a la penetración sexual.
La actriz prepara y se inyecta heroína mientras Boy Wonder bebe mucho durante una conversación sobre los tiempos cambiantes en Hollywood.
Boy Wonder intenta hacer una cinta artística utilizando una actriz bajo la influencia de la heroína y un actor que se siente cada vez más frustrado con él y con toda su charla poética, gran parte de la cual no comprende.
En ese momento aparece el productor de las cintas porno clandestinas Big Mac.
Rex encuentra el cadáver y todos están molestos por este giro de los acontecimientos.
Al principio, Cathy se niega a desvestirse, pero después de hacerlo, Boy Wonder la excita y la filma.
Después de que Boy Wonder se queda solo, un hombre llama a la puerta.
Solo en su espaciosa sala de estar, Boy Wonder toca el piano y canta, reflexionando sobre qué almorzará.
John Byrum sentía que su carrera, en sus palabras, "no iba a ninguna parte rápidamente.
Cuando este guion se vendió por 500.000 dólares, Byrum fue considerado "de moda" y pudo conseguir financiación para Inserts.
[7] Gene Siskel del Chicago Tribune le otorgó una calificación idéntica de 2,5 estrellas y observó: "Se nota que la película fue dirigida por un escritor.
Pero ahí es donde la energía de Dreyfuss rescata la película: aporta la ventaja que desbarata el guion inventado".
Cuanto antes se pierda de vista este fiasco sórdido y pretencioso, mejor será para varias carreras prometedoras, en particular la carrera de Richard Dreyfuss, quien ha cometido un formidable 'paso en falso' artístico al enganchar su vivaz y ascendente estrella a un vehículo sin valor".
Adaptó el guion a una obra de teatro y debutó en Nueva York en 1982 protagonizada por Kevin O'Connor.