Otros tipos de citoquinas, como las interleuquinas 1, 2, 6, 8 o el factor de necrosis tumoral (TNF-α), se están utilizando en numerosos ensayos clínicos y otros estudios preliminares para un futuro uso en inmunoterapia.
Sin embargo, algunos tipos de cáncer logran evadir la detección y destrucción por el sistema inmunitario.
La inmunoterapia del cáncer intenta estimular el sistema inmunitario para rechazar y destruir tumores.
Ésta utiliza las células dendríticas para activar una respuesta citotóxica hacia un antígeno.
Esta terapia usa las respuestas citotóxicas basadas en células T para atacar al cáncer.
Alternativamente, se han creado y cultivado linfocitos T modificados genéticamente con retrovirus que contienen una copia del gen del Receptor de Linfocitos T (TCR, por sus siglas en inglés), especializado en reconocer antígenos tumorales.
Después, estas son re-infundidas y producen una respuesta inmune contra las células tumorales.
Para esto, las vacunas de tratamiento contra el cáncer deben estimular respuestas inmunitarias específicas dirigidas al blanco correcto.
[5] La inmunoterapia antimicrobiana, que incluye la vacunación, implica activar el sistema inmunitario para responder a un agente infeccioso.
Una investigación reciente sugiere que los pacientes con una inmunoterapia completa pueden continuar viendo beneficios durante los años por venir.
La inmunoterapia está típicamente hecha a medida de manera individual y administrados por un alergista (alergólogo).
Esta terapia es particularmente útil para gente con rinitis alérgica o asma.
La inmunoterapia implica poner una serie de inyecciones con regularidad durante varios años por un especialista en un hospital clínico.
Las primeras inyecciones contienen cantidades muy pequeñas del alérgeno o antígeno al cual se es alérgico.