Una infiltración consiste en la inyección de un medicamento en una articulación, una herida, un tejido blando o un nervio, para que actúe directamente sobre la zona lesionada.[1] En general se utilizan en procesos inflamatorios localizados dolorosos, con el objetivo de aliviar el dolor de manera rápida, recuperar movilidad y acelerar el proceso curativo de: No se debe infiltrar a una persona en las siguientes situaciones:[2] El material que se utiliza durante las infiltraciones debe ser siempre estéril y de un solo uso (desechable), como: La infiltraciones se clasifican según la estructura anatómica sobre la que se actúa: Es una técnica relativamente sencilla que solo deben aplicar los médicos y enfermeros.Tampoco se recomienda infiltrar más de tres articulaciones por sesión.No precisa ingreso hospitalario, y al finalizar la técnica el paciente se traslada a su domicilio, con la recomendación de reposo durante unas 48 horas.Son raras las complicaciones, no obstante, hay riesgo de: