[4] La Infantería de Marina desarrolla operaciones en la jurisdicción terrestre asignada a la Armada, en los litorales Caribe y Pacífico, en el territorio insular y en los ríos de Colombia, donde su capacidad de fuerza anfibia le permite ejercer el control fluvial y terrestre en su jurisdicción y apoyar con eficiencia las fuerzas navales cuando estos lo requieran.
Así mismo se conocen los nombre del señor capitán José de los Santos Prados asignado a la Séptima Compañía, y el subteniente Joaquín García asignado a la Sexta Compañía, quienes posteriormente serían destacados héroes de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.
Aunque casi se tenía el dominio total de las costas, la ciudad de Puerto Cabello continuaba en manos de los españoles y su Comandante el General Francisco Tomás Morales pretendía por todos los medios ampliar sus dominios, razones por las cuales el Libertador ordenó su bloqueo inmediato.
Antes de iniciar la más dura batalla, Padilla fue de buque en buque leyendo la siguiente arenga: “Compañeros: la puerta del honor está abierta; el enemigo nos atrae y nosotros lo esperamos.
En 1944 se crea una Compañía de armas pesadas y se traslada el Batallón a las instalaciones contiguas al convento San Pedro Claver en Cartagena; así mismo en 1952, asignan misiones a la Infantería de Marina en la Fuerza Naval del Oriente, debido a la aparición de subversivos en esta zona.
Por su dedicación y empeño se hizo famoso, convirtiéndose en un ejemplo de vida.
Sus compañeros consideraron que su hazaña fue heroica, digna de ser perpetuada, por ello bautizaron con su nombre un Buque Dique y le erigieron un busto en Cartagena con su nombre y los nombres de quienes lo acompañaron en esta inolvidable gesta nacida en la Ciudad Heroica.
Por ello la Agrupación de Fuerzas Especiales se transformó en Batallones y sus Comandos Fluviales se destinaron al Guaviare, el Meta y el Orinoco, con el fin de reconquistar estas arterias fluviales utilizadas por elementos al margen de la ley.
n.º 3, para fortalecer la capacidad de la Armada Nacional en el sur del país, y negarle a los grupos narcoterroristas la oportunidad de reorganizarse para fortalecer sus estructuras y retomar su capacidad delictiva en esa región.
Sus fuerzas navales y cinco brigadas de infantería podrían ver su tamaño reducido.
Entre los nuevos caminos para tener un papel en el proceso está asumir la labor de desminado.
Si el presupuesto lo permite podría desarrollar más la capacidad anfibia de desembarco creando unidades expedicionarias especializadas.
La Infantería de Marina colombiana ha demostrado ser una fuerza dinámica y flexible que se ha sabido ir ajustando a las realidades del momento para proyectar un futuro en qué cubrir necesidades operativas.
Protege la jurisdicción colombiana en la costa del Pacífico, desde Panamá hasta Ecuador.
Asignada a la Fuerza Naval del Pacífico está encargada de controlar los corredores fluviales, desde Punta Coco en el Cauca hasta la desembocadura del Río Mataje en la frontera con Ecuador.
Debido al conflicto armado que ha vivido Colombia durante las dos últimas décadas las Fuerzas Especiales estuvieron orientadas a reforzar en medios, equipos y personal a los sus componentes fluviales y terrestres de la I.M.
[13] La Brigada de Comandos constituye las fuerzas especiales que forman el Batallón Non Plus Ultra, también conocido como BAFEIM (Batallón Fuerzas Especiales Infantería de Marina).
Fue fundada en 1966, con el apoyo de instructores americanos SEAL y desde entonces el nombre de comando anfibio se les da a los integrantes del BFEIM.
No todos los infantes, suboficiales y oficiales que son candidatos pueden ser Fuerzas Especiales así que la selección es dura y exigente para filtrar a los candidatos que muestran estar a toda prueba y cuya moral sea inquebrantable.
Los comandos deben mantenerse siempre tranquilos en condiciones adversas, sobre todo bajo el agua.
El proceso de selección se inicia con un examen psicológico para establecer el perfil del aspirante.
Si pasa esa prueba, entonces ingresa al curso para operaciones especiales.
El curso de entrenamiento es un año de continuo trabajo, sin descanso, para llegar a ser comando, cumpliendo todos los perfiles requeridos: el psicológico, el físico e intelectual elevados, necesarios por las características de las misiones a las que se deben enfrentar.
Como estos grupos operan en unidades reducidas pero altamente especializadas, sus integrantes deben estar preparados para afrontar las más diversas situaciones dentro del conflicto armado.
La idea es que una pequeña unidad pueda no sólo llevar a cabo misiones de reconocimiento y vigilancia especial, sino de acción directa sobre el enemigo, reconocimiento hidrográfico, demoliciones submarinas y misiones de combate en ambiente marítimo.
Se prepara al soldado para operaciones aerotransportadas, terrestres y marítimas especiales.
El tiro debe ser perfecto y en fracción de segundos.
Los comandos anfibios se entrenan periódicamente con Fuerzas Especiales de otros países: entrenamiento regular con los Navy SEAL americanos, instrucción puntual recibida del SBS británico, cursos de lucha en la selva en la Guyana francesa.
Colombia ha entrenado en Operaciones Fluviales también a infantes de marina de otros países americanos y África, habiéndose convertido en el referente regional en operaciones fluviales.
[14][15][16] Desde 1971 la Infantería de Marina, a iniciativa del Mayor Alejandro Pimiento, ha tomado la lucha fluvial entre sus competencias.