Este movimiento tenía paralelos en la sociedad secreta Sakurakai organizada dentro del Ejército Imperial Japonés.
Las últimas palabras de Inukai fueron aproximadamente "Si pudiera hablar, entenderías" (話せば分かる hanaseba wakaru) a lo que sus asesinos respondieron "El diálogo es inútil" (問答無用 mondō muyō).
Los participantes tomaron un taxi hasta el cuartel de la policía y se entregaron a Kenpeitai sin oponer resistencia.
[3] El castigo impuesto por el tribunal fue extremadamente leve, y había pocas dudas en la prensa japonesa de que los asesinos del primer ministro Inukai serían liberados en un par de años, si no antes.
El no castigar severamente a los conspiradores en el incidente del 15 de mayo erosionó aún más el estado de derecho y el poder del gobierno democrático en Japón para enfrentar a los militares.