Su padre, Valentin Pollak (1871-1948), era judío, socialdemócrata y director del prestigioso instituto Wasa de Viena.
[1] Desde joven, Ilse estaba metida en política, antes que funciones directivas, le interesaba el trabajo de base.
Obtuvo cierta fama como oradora política y hasta fue llevada a la cárcel por “insultos al gobierno”, una estancia con graves consecuencias para su salud.
Participó en la Guerra Civil Austriaca (1934) donde destacó por la colaboración, junto a su marido, con el grupo clandestino alemán “Neu Beginnen” y por la formación del periódico antifascista Der Funke.
Trabajando en este edificio conoció a Arturo Barea, periodista español quien se convirtió en su amante.
Los dos dirigieron primero la censura extranjera, después la radio republicana hasta que empezaron a tener problemas con sus superiores e Ilsa fue perseguida por agentes del servicio secreto comunista alemán que buscaban su detención acusándola de trotskista y colaboradora fascista.
Trataron de ganar dinero haciendo traducciones y escribiendo artículos para la prensa, con poco éxito.
Arturo comenzó su trilogía e Ilsa escribió gran parte de su novela Telefónica.
Allí impartía clases a sindicalistas, mujeres o jóvenes y daba conferencias sobre sus temas preferidos: economía, política, cultura española.