Iki (estética)

Nació durante el siglo XVII, entre los chōnin, una clase social que incluía a comerciantes y artesanos.

[4]​ La antropóloga Liza Dalby lo describe así: "El objetivo a alcanzar era la elegancia natural.

En este sentido contemporáneo, iki es similar a las nociones occidentales de "cool"[7]​ o "clase", del que sin embargo difiere.

Iki no se encuentra en la naturaleza misma, sino en el acto de observar y apreciarla.

El escritor japonés contemporáneo que mejor representa la noción iki es probablemente Haruki Murakami, quien escribe de manera fresca, directa y original sobre situaciones cotidianas.

Cercano pero distinto de iki, sui se representa con el mismo kanji, 粋.

Las geishas, junto con los guerreros rebeldes, también se convirtieron en el tema común de muchas obras kabuki que giraban en torno al deber frente a los propios sentimientos.

[4]​ La noción iki está en el centro del Unterwegs zur Sprache (Diálogo con un japonés) de Martin Heidegger.

[14]​[15]​ Tsū a veces puede conllevar un elemento de obsesión y pedantería cultural que está ausente en el iki.

Por lo tanto, el tsū es a veces superficial desde el punto de vista del iki, ya que este so se puede obtener simplemente adquiriendo conocimiento.

El yabo es grosero, vulgar, escandaloso, llamativo, ruidoso y maleducado,[14]​[4]​El concepto se acerca al paleto.

Un peinado con algunos mechones sueltos, el corte de un kimono que deja al descubierto la nuca empolvada y "sugiere un pasaje a la carne", el patrón rayado de su tejido que expresa la dualidad inherente a la atracción, o el color frío de esta última que "persiste en el crepúsculo del alma", son expresiones iki . [ 1 ]