Igo Etrich

La familia había hecho dinero con una industria textil (el padre tenía nueve fábricas).

Las innovaciones técnicas siempre le habían interesado y pensó que su hijo podía dedicarse a la incipiente aviación.

Lograr un ala estable con un motor tan grande demostró no ser una tarea nada sencilla.

Igo Etrich tomó una decisión drástica, aunque quizá era la única posible: quemó su ala voladora y empezó de cero.

Al ver que funcionaba muy bien, trazó con tiza en el suelo, los bordes del aparato de verdad.

Se fue a París y allí encontró un nuevo motor de 40 CV que ahora pesaba bastante menos.

Etrich refinó su Taube para cumplir los requerimientos del ejército, el avión tenía que ser capaz de aterrizar en un campo recién arado.

Posteriormente se trasladó a Alemania, en donde fundó la famosa Brandenburgischen Fliegerwerke, llevándose con él desde Liebau su principal diseñador, Ernst Heinkel.

Después de la Gran Guerra Etrich se fue a la recién fundada Checoslovaquia, y construyó otro avión: su Sport-Taube.