A lo largo de la Historia de la Iglesia ortodoxa, han existido un gran relativo número de iglesias autoproclamadas (o confederadas con otras igualmente autoproclamadas), que no han estado o no están en comunión con el Patriarcado de Constantinopla, con las jerarquías autocéfalas ortodoxas hermanadas con este, ni con cualquier otra Iglesia en comunión plena con aquellas, y por tanto; que en momentos presentes no son reconocidas como tales Iglesias en materia de sacramentos y comunión.
Dichas iglesias pueden poseer o no una relativa aceptación formal por la Iglesia católica, por las iglesias reformadas o protestantes, y/o por cualquier otra confesión cristiana o religiosa.
Estas iglesias, por lo menos en una gran parte de ellas, poseen un marcado carácter nacionalista (aunque no todas), que ha surgido del intento de secesión de su iglesia originaria.
O incluso, en algunos otros casos: de no haber pertenecido a una, aseguran formar parte de una jurisdicción ortodoxa independiente, pero a base de una ambigua o nula sucesión episcopal canónica, (un claro ejemplo de ello son las corrientes protestantes restauracionistas).
Entre tales se destacan (por nacionalidad y cronología):