Los primeros pobladores de Igualada se establecieron, alrededor del año 1000, en el área en el que se encuentra la actual basílica, situada en el cruce de caminos que unían Barcelona con Aragón y la Cataluña nueva con la Cataluña vieja.
Convertida en mercado durante la Guerra civil española, la iglesia de Santa María fue restaurada posteriormente, bajo la dirección del arquitecto César Martinell.
El interior está decorado por una pintura de Francesc Tremulles que representa la Santísima Trinidad y María.
Este retraso fue la causa de que, el estilo barroco del proyecto inicial, fuera compensado por un cierto clasicismo en la ejecución final.
En la última restauración de Santa María, en los años ochenta, se volvió a retocar el retablo.
La imagen de la virgen está coronada por una paloma que representa al Espíritu Santo, encima del cual hay un medallón con el Padre Eterno.
Ambas figuras están flanqueadas por cuatro ángeles músicos, propios de la imaginería barroca.
Entre ellos, el que toca la guitarra, está considerado como un ejemplar casi único en la iconografía religiosa barroca.
Simbólicamente, todo este conjunto está sostenido, en la parte inferior, por cuatro atlantes de mármol, que representan las diferentes estaciones del año.
Corresponde a la etapa gótica de Santa María y fue construido en el siglo XVI.
De estilo austero tiene, como elementos decorativos, los ventanales del cuerpo superior y unas pequeñas ventanas coronadas.
Tiene siete campanas, seis de las cuales, construidas en Alemania, han sido instaladas recientemente.