En 1550 se nombra a Joan Roque de Batea como maestro de obras y se proyecta la bóveda estrellada junto con las capillas del lado del Evangelio.Debido a la construcción de esta capilla, el cementerio se trasladó en ese momento al cercano castillo, abandonado desde inicios del siglo XVI y en ruinas en esos momentos.Otras tallas que destacan son las de Santa Ana y San Cayetano, ambas colocadas en el retablo mayor rodeando el camarín de Santa Catalina, también del siglo XVIII.Junto a la entrada principal, en el lado del Evangelio, un mural de enormes dimensiones que representa el Bautismo de Cristo pintado por Pedro Torres Cotarelo custodia la pila bautismal.Especial mención merecen las Sagradas Formas Incorruptas, treinta y tres hostias consagradas que se mantienen íntegras desde 1936 y que a modo de reliquia hoy están custodiadas en el sagrario en la capilla de la Comunión.