Durante el primer milenio del cristianismo, la ciencia tenía un papel secundario (distinto al actual), no por ello víctima de la intolerancia de la Iglesia: para esta, la ciencia más que enemiga, fue un valorable y confiable instrumento.
[24] En ese mismo siglo el benedictino y escolástico Anselmo de Canterbury, sostenía que Dios actúa mediante un poder absoluto y un poder ordenado (potentia absoluta , potentia ordinata): si bien Dios tiene poder absoluto para hacer de una piedra un elfo, iría contra su misma dignidad hacer un caos del mundo, pues Dios lo rige a través del orden y leyes que Él mismo creó.
También sus obras cuentan tratados de lógica, metafísica, matemáticas, medicina y fisiología animal.
Su método consistía en la observación, descripción y clasificación de los fenómenos estudiados, abriendo la puerta a trabajos futuros, considerándosele así precursor del progreso científico.
[35] En el siglo XIV introdujeron la interpretación matemática en la física aristotélica, adelantando cuestiones nuevas que trataría la ciencia moderna.
Según el físico e historiador científico Clifford Truesdell, las fuentes ahora publicadas demuestran efectivamente, que las principales propiedades cinemáticas de los movimientos uniformemente acelerados (aún atribuidas a Galileo) fueron descubiertas y probadas por estos académicos del Merton College.
[39] A inicios del siglo XV, el mercedario Juan Gilaberto Jofré y el dominico Vicente Ferrer , fundaron respectivamente un hospital psiquiátrico y un orfanato en Valencia (los más antiguos del mundo).
[43] Para Stanley L. Jaki la concepción panteísta de muchas civilizaciones impedía que la ciencia naciera, y cree que el censurar ideas panteísticas de Aristóteles ayudó a los pensadores medievales a estudiar el mundo.
Recuérdese (como anteriormente se vio) como los monasterios y abadías protegieron el legado cultural de la Antigüedad clásica.
Según historiadores como Edward Grant y Thomas Woods,[56] lo que hizo posible que la Civilización Occidental desarrollara las ciencias, fue el arraigado espíritu de investigación, consecuencia natural en el énfasis en la razón iniciada en la Edad Media.
Su obra máxima De revolutionibus orbium coelestium, está dedicada al papa Paulo III.
Es considerada el inicio de la astronomía moderna y pieza clave en la Revolución científica del Renacimiento.
[65] La jerarquía le autorizó enseñar el sistema heliocéntrico copernicano, pero solamente como una simple hipótesis y no como una verdad física.
Sin embargo, en lugar de ello, Galileo publicó Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, por lo fue llamado a declarar ante el Santo Oficio.
Galileo murió en 1642, jamás fue excomulgado, encerrado en una mazmorra, torturado y mucho menos quemado vivo.
Pero la Iglesia, con la Bula Sublimus Dei del papa Pablo III, reconoció a los aborígenes los derechos fundamentales de todo ser humano: la vida y la libertad.
Destacaron también en astronomía:Cristóbal Clavio (1537-1612), Johann Adam Schall von Bell (1591-1666), Mario Bettinus (1582-1657), Honoré Fabri (1607-1688), Athanasius Kircher (1608-1680), Matteo Ricci (1552-1610), Christopher Sheiner (1575-1650), Christoph Grienberger (1561-1636), Grégoire de Saint-Vincent(1584-1667), Jacques de Billy (1602-1679), Buenaventura Suárez (1679-1750), Giuseppe Piazzi(1746-1826 ), etc. Giuseppe Asclepi (1706-1776) fue físico, astrónomo y director del observatorio de la Pontificia Universidad Gregoriana.
A esos nombres de jesuitas científicos también se pueden citar los siguientes: Como reconocimiento a los aportes al conocimiento científico hecho por sacerdotes católicos, más de 30 cráteres llevan el nombre de sendos sacerdotes jesuitas: Bettinus, Billy, Blancanus, Boscovich, Niccolo Cabeo, Clavius, Cysatus, De Vico, Fenyi, Furnerius, Grimaldi, Griemberger, Hagen, Hell, Kircher, Kugler, Malapert, Mayer, McNally, Théodore Moretus, Petavius, Poczobutt, Riccioli, Riccius, Rodes (Luís Rodés (1881–1939)), Romana, Scheiner, Schoenberger (Georg Schönberger (1596–1645)), Secchi, Simpelius (Hugh Semple) (1596-1654)), Sirsalis, Stein, Tacquet, Tannerus, Triesnecker, Zucchius y Zupus.El Cráter Triesnecker fue nombrado por el padre Franz de Paula Triesnecker.
El biólogo británico George Jackson Mivart fue excomulgado por la Iglesia pero esto no tuvo nada que ver por su adherencia al evolucionismo.
[100] Hoy por hoy, según la teología, aunque los puntos de vista de la Revelación y la Evolución se hallaren en planos distintos, no pueden permanecer en conflicto, pues la verdad religiosa no se opone a la verdad científica.
[101] Durante los siglos XIX y XX científicos católicos laicos hicieron grandes aportes a la ciencia: Louis Pasteur, Henri Becquerel, Enrico Fermi, Guillermo Marconi, Édouard Branly, Alexander Fleming, Pierre Duhem, Edmund Whittaker, Alexis Carrel, José Pascual Vila y Ramón Margalef.
Entre los representantes de la nueva generación de sacerdotes dedicados a la ciencia se puede mencionar entre varios, al profesor Francisco Nicolau Pous, al escritor y filósofo Michał Heller, a los jesuitas José María Albareda, Bartomeu Melià, Manuel Carreira, George Coyne, Guy Consolmagno, José Gabriel Funes y al cisterciense Lluc Torcal Sirera.
[105] En el año 1990 monseñor Franz König cofunda la Academia Europea de Ciencias y Artes.
[65] El papa Pío XI volvió a refundar la Academia en 1936 y le dio su nombre actual.
La Academia tiene una membresía internacional que incluye a científicos como Martin Rees y Charles Hard Townes (o al recordado Stephen Hawking).
[110][111] En 1875 el químico e historiador John William Draper escribió una obra titulada Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia, en donde presentaba a la Iglesia católica como enemiga de la ciencia, (a esta tesis se adhirió Andrew Dickson White).
Y estas suposiciones han sido sostenidas por muy largo tiempo por los historiadores de la ciencia.
John Hedley Brooke dice que “en sus formas tradicionales, la tesis de conflicto (religión vs.
En 1543 Andrés Vesalio afirmó erróneammente que la Iglesia había prohibido la disección de cadáveres.
[112] Carl Sagan sostenía que en 1456 el papa Calixto III excomulgó al Cometa Halley.