[3] Ahora bien, Villarreal experimentó al largo del siglo XVIII un gran aumento de población, superando los siete mil habitantes, eso propició que se pensara en construir un nuevo templo, más grande, que reemplazara el existente.[5] El proyecto original y la dirección de la primera se debe a Juan José Nadal, cuyo trabajo continuó Cristóbal Ayora, con informes de José Bueso y Tomás Gregori.El crecimiento demográfico al cual aludimos, unido al hecho que la economía del pueblo también había experimentado un gran impulso, que acometió una edificación tan grande como la que constituye actualmente la Arciprestal, dedicada, como ya estaba antiguamente la parroquia, a la vocación a San Jaime.Este arquitecto fue quien encargó de dirigir las obras hasta su muerte en el año 1763.[1] Sus muros son de mampostería y la fachada principal que imita sillares tiene remate mixtilíneo.La cubierta es a dos aguas en la nave central y de cobertizo en las laterales.[1] El interior del templo presenta una decoración (rica muy al gusto académico) que contrasta con un exterior sencillo y poco trabajado.[12]Los altares, decorados en el siglo XIX, albergan esculturas de Amorós (San Jaime), Ortells (La Verónica y el Santo Sepulcro), Ponsoda (Virgen del Rosario), Pedro Gil (San Lorenzo, La Divina Aurora), Llorens Poy (Virgen de Gracia) y otros.Su construcción se inició al año 1682,[5] formando parte del conjunto de la iglesia medieval,[15] y su finalización no es del todo segura ya que, por un lado, Traver (Traver García, 1909), marcó el año 1703 como conclusión de la obra, mientras que Tormo (Tormo, 1928) da como fecha de conclusión el año 1744.Gracia, C., Història de l'art valencià, Edicions Alfonso el Magnànim, València, 1995."l'església parroquial nova de Vila-real i els seus arquitectes" Estudis Castellonencs, 7, 1996-1997, p. 137-158.