Iglesia matriz de Santa María de Guía

La segunda trata del enclave geográfico en que Sancho de Vargas mandó construir la primera y primitiva ermita.

La ermita se hizo pequeña y fue deteriorándose hasta el punto de tenerse que apuntalar porque amenazaba el derrumbamiento.

Tan fuerte debió ser la discordia entre patronos y vecinos, que el propio obispo de la Cámara y Murga amenaza con dar licencia a los vecinos de la Villa para que las obras las realizasen directamente, exonerando a los patronos de los derechos que ostentaban sobre la fábrica del templo.

Así, pues, el interior del templo es el siguiente: Planta basilical, de tres naves, acabadas en dos capillas colaterales las de los extremos y en presbiterio y capilla mayor la central.

Por diversas devociones particulares, dicha planta se vería aumentada por tres capillas laterales, dos que comunican con la nave de la Epístola y la tercera con la del Evangelio.

Su fachada ofrece tres partes en un mismo plano; la central corresponde a las portadas y las dos laterales quedan enmarcadas por las torres.

En cuanto al ático del retablo, su traza es algo más sencilla que el resto de la obra: tiene un aspecto inconfundiblemente neoclásico y es fruto del imaginero y escultor José Luján Pérez; data de 1799.

Esta obra, encargada y costeada por los hermanos Gaspar y Lorenzo Montesdeoca, sustituye a otra imagen de la misma advocación, que contaba con cofradía propia.

Junto a la Torre del Reloj está situada una pequeña capilla que da paso a una aun menor, que durante mucho tiempo actuó como Baptisterio (ya no ejerce como tal, puesto que los cambios litúrgicos trasladaron tal función a la zona más noble del Presbiterio).

La capilla tiene cubierta mudéjar, bajo la cual se encuentra el excelente conjunto del Sepulcro y el Cristo Yacente.

Fue fundada por el Beneficiado Baltazar Rodríguez Déniz, cuyos restos descansan en dicha capilla.

Incorpora un retablo rococó a cuyas calles laterales pueden apreciarse los retratos del fundador.

Fundada en el siglo XVIII por Don Jacobo del Saz Cabrejas y su mujer Doña Gerónima de Águila.

Al llegar al templo parroquial, la imagen volvió a adquirir ligereza, por lo que los guienses entendieron que la Virgen había elegido esta ciudad para asentarse.

Está toda ella recubierta de tejidos bordados; tan solo queda a la vista su cara y sus manos.

Entre ellas podemos destacar: La otra imagen es la de San José, escultura que presenta una total simetría muy del gusto popular.

Del teldense, Silvestre Bello se le atribuye la imagen de Santa Verónica.

Todo el conjunto está envuelto en una policromía pictórica en la que destacan los motivos vegetales; invade esta detalles como los fondos de hornacinas, paredes e incluso la cara interior de algunas puertas.

Entre ellos se encuentran algunos mantos de la Virgen, estandartes, palios, así como casullas, dalmáticas, capas y ternos utilizados en épocas pasadas por el clero (entre ellos, el juego donado por el guiense Canónigo Pedro Gordillo que envió desde Cuba cuando se encontraba exiliado en dicha isla, siglo XIX).

Nuestra Señora de Las Mercedes, realizada por José Luján Pérez en 1802. Esta obra, encargada y costeada por los hermanos Gaspar y Lorenzo Montesdeoca, sustituye a otra imagen de la misma advocación, que contaba con cofradía propia.
La devoción a Nuestra Señora de Guía data de los años de la conquista.
La decoración arquitectónica del camarín de la Virgen de Guía es una combinación historicista mudéjar.