Ica prehispánica

organizado en hordas o bandas, dedicándose a la pesca, la agricultura y el trueque.

Los estudios realizados subdividen sus testimonios en dos grandes fases, basadas en las distintas formas de los sepulcros: Paracas Cavernas y Paracas Necrópolis, no siendo muy claro todavía si la delimitación corresponde a dos culturas distintas o una sola.

La fase Paracas Cavernas, la más antigua, corresponde a unas sepulturas en forma de grutas botelliformes en las que se acumulaban numerosos fardos funerarios.

Al igual que los paraquenses, sus individuos de rango practicaban la deformación craneana desde temprana edad.

En su segundo viaje decidió permanecer en el lugar con el fin de conservar y proteger los misteriosos trazos, labor que cumplió con gran dedicación hasta su muerte.

Maria Reiche estableció que los geoglifos fueron hechos mediante surcos de 20 a 30 centímetros de profundidad, retirando la superficie ferrosa del terreno y dejando al descubierto la capa caliza subyacente.

Es muy notable la cerámica nazca por sus vasijas globulares con asa puente y doble pico cónico, con esmerada decoración multicolor que no deja espacios libres e incluye hasta 190 matices.

También dejaron testimonio de su arquitectura en El Ingenio, Tinguiña, Tambo Viejo y Huaca del Loro.

No obstante ser agricultores, dieron gran importancia a la navegación en balsa, realizando intercambios desde Tumbes hasta la actual región de Valdivia en Chile.

Su cerámica se basó en vasijas globulares con una decoración abigarrada y menuda hacha a pincel.

La cultura Chincha concluyó dominada por el Inca Túpac Yupanqui, quien hizo del curaca regional Chinchay Cápac, un dignatario avasallado en el Cusco.

Fue un centro administrativo ubicado en una zona que entonces fue paso obligado de tránsito hacia la cordillera.