[2] A diferencia de otros hospitales barceloneses de la época, como la Santa Cruz, que dependían del obispado o del capítulo catedralicio, el San Severo, al ser fundado por iniciativa personal, funcionaba de forma autónoma (independencia que mantuvo hasta el siglo XX).
Pere Corts, Guillem Cortina, Guerau d’Esplugues y Pere Alegre fueron los cuatro primeros administradores, un cargo que se renovaba anualmente y, desde 1430, de forma bianual.
[2] En 1807 se construyeron las plantas superiores —del segundo al cuarto piso—, destinadas a uso residencial, y se reconfiguraron los accesos, segregando la escalera para el personal del hospital de la entrada para los inquilinos particulares, y en 1837 se agregó al conjunto la finca del número 19, una reedificación de 1772.
[3] En 1913 el hospital quedó adscrito a la jurisdicción del obispado, perdiendo su independencia.
Las obras de rehabilitación se iniciaron en 2007, pero permanecen interrumpidas desde 2009, tras la muerte del promotor.
La estructura actual corresponde mayoritariamente a las reformas realizadas en el siglo XVII, así como a la adaptación para uso residencial, realizada en los siglos XIX-XX, con el añadido de tres plantas.
Actualmente solo se conserva una parte de la fachada original, en el número 21, correspondiente a una hornacina en forma de serliana, que ha quedado enclavada en la edificación del siglo XIX.
En el siglo XIX fue reemplazada por una nueva cripta, que se conserva actualmente.
El patio o claustro gótico, que data de la segunda mitad del siglo XVIII, queda delimitado por unas galerías porticadas, configuradas con arcos de medio punto.
La capilla del hospital albergaba un gran retablo, hoy parcialmente conservado, instalado en 1535.
En 1929 Agustí Duran i Sanpere identificó el retablo y promovió su traslado al Museo Diocesano de Barcelona, donde fue restaurado.