Anteriormente, la gente vivía en comunidades agrícolas y en pueblos sin ninguna planificación, ahora se construían grandes ciudades planificadas.
Hubo entonces, en la siguiente fase, un mayor auge en la agricultura y reinó una relativa paz en el centro de Tlaxcala.
Parte de estos otomíes llegaron a territorio tlaxcalteca y se establecieron principalmente en Tlachco, Atlangatepeque, Xipetzinco, Ueyotlipan, Atotonilco, Altzayanca, Tequexquitla e Ixtenco.
[1] Uno de sus grupos, muy influidos por los huastecos, ocupó el norte del estado, dando origen a la cultura Tlaxco.
Llevaban una existencia primitiva y vivieron en cuevas hasta que otros grupos los obligaron a emigrar.
Ya que si eran, nómadas en busca de un territorio fértil, con grandes planicies para su asentamiento, rendían culto a las estrellas por considerarlos "entes" divinos.
El cuarto señorío, Quiahuiztlán, se fundó con otro grupo de teochichimecas que llegó al valle de México en el siglo XIV, pues Culhuatecuhtli les había prometido tierras para que se establecieran en Tlaxcallan.
Esta confederación presentaba una organización parecida a la “República de Tlaxcallan” porque, aunque no existieran entonces instituciones republicanas, cada señorío era autónomo.
A cambio de eso, recibían productos como cacao, algodón, chile, vainilla, plumas, tabaco, cera , miel y maguey.
El mercado de Ocotero era el principal centro comercial donde, según las crónicas, unas 20 000 personas acudían diario y a través del trueque o la moneda, comercializaban productos como cacao y pequeñas mantas de algodón traídas por los mayas.
Por este motivo en Tlaxcala faltaron cacao, oro, plumas, algodón y sal por más de 60 años.
Por ello ese nombre se le quedó a toda la provincia y luego, al fundarse la ciudad española; fue llamado tlaxcala.
Desde niños, se inculcaba a los tlaxcaltecas el espíritu guerrero y se les adiestraba poco a poco en el manejo de las armas, la carrera militar otorgaba un gran prestigio y los guerreros que lograban capturar un mayor número de prisioneros recibían honores.
Además, se pensaba que si el guerrero moría en combate su alma iba a un paraíso especial.
Los tlaxcaltecas, ante eso, adoptaron una técnica defensiva: rodearon lo provincia con grandes fosos, fuertes guarniciones, y sobre todo la protegieron con su famosa muralla.
Estos últimos, por su lado, se enfrentaron a Tlaxcala en dos grandes guerras, entraron en su territorio y causaron muchos estragos como represalia, los tlaxcaltecas invadieron Huexotzinco, quemaron las cosechas y arrinconaron a sus enemigos en lo alto de la sierra Nevada.
Moctezuma II, enojado por lo muerte de su hijo, prosiguió la guerra contra Tlaxcala, la cual siempre era auxiliada por sus aliados, los otomíes.
Resistieron en un principio a los españoles y habiendo sido vencidos por estos se les unieron finalmente en su lucha contra el poderoso señorío mexica.
El horizontal se extendía hacia los cuatro puntos cardinales, cada uno de los cuales estaba dominado por ciertos dioses.
Debajo del brazo llevaba unas pieles de conejo, en la mano derecha una canasta con comida y, en la izquierda, un arco con flechas.
Se estima que el templo mayor dedicado a este dios estaba en Ocotelulco; era muy hermoso, circular y cubierto de paja.
En él se encontraba la estatua de Camaxtli (que Moctezuma II intentó llevarse varias veces sin éxito) y delante de ello había plumas preciosas, algunas flechas viejas, un arco pequeño y otros objetos que se supone poseía el dios cuando guiaba a los chichimecas en su peregrinación.
Creían también en una leyenda llamada de los cinco soles o edades por las que había atravesado el mundo.
En sus templos siempre tenían encendido fuego y quemaban copal o tabaco molido para honrar a sus dioses.
Para elaborar su calendario, se basaron en cálculos matemáticos y en observaciones astronómicas que regían, en buena medida, los destinos de la población.
La Pirámide de la Espiral considerada única en su género dedicada al Dios del viento Ehécatl y que fuera utilizada como observatorio astronómico.
Tepeticpac, el primer señorío que se fundó, tenía un palacio y distaba ocho kilómetros de Tizatlán.
En este lugar se localizaron los vestigios del antiguo teocalli o templo, cuyos altares están decorados con jeroglíficos.
Tenía un espacioso mercado, un templo que quizá era el mayor en la provincia y un palacio con muchas instalaciones anexas, incluida una casado fieras.
Los metales preciosos como el oro y lo plata no fueron muy comunes en la región, los obtenían de otros pueblos, por medio del comercio.