Diego Barros Arana declaró que estas proclamas impresas en 1829 «eran boletines bastante sumarios escritos con mucha exageración y con redacción muy desaliñada, y todavía difíciles de entender por las condiciones tipográficas o más propiamente por la tinta que empleaban».
Esto comenzó a cambiar en parte por el crecimiento económico experimentado por la ciudad y los alrededores, que se consolidó como un núcleo industrial en los años 1950.
Su actividad cultural y dinamismo recibió una respuesta hostil por parte del clero penquista, quienes consiguieron distancias a Boché de su cargo.
[1] A continuación se presenta una cronología de los distintos periódicos que tuvieron cierta durabilidad hasta principios del siglo XX.
[1] Durante los años 1910 y 1920 destaca la revista literaria Chanteclair, cuyas portadas contenían ilustraciones de Jorge Infante Biggs, que incluían la silueta de algún penquista conocido, y cuya tipografía dependía posiblemente del literato Abraham Valenzuela Torrealba.