El término combustión espontánea humana (SHC por sus siglas en inglés: Spontaneous Human Combustion[1][2][3]) se utiliza para describir el concepto pseudocientífico[4] de la combustión de un cuerpo humano vivo (o recientemente fallecido) sin una fuente externa aparente de ignición, y en el cual dicho cuerpo quedan reducido a cenizas casi en su totalidad.
Mientras la tela arde, la grasa corporal se derrite y es absorbida por la misma ropa o tela ya carbonizada, lo que actúa como la mecha de una vela, produciendo así una llama suave y estable.
[12][13] El uso del término "combustión humana espontánea" se refiere a la muerte por fuego que se origina sin una fuente externa aparente de ignición; la creencia consiste en que el fuego comienza dentro del cuerpo de la víctima.
Esta idea y el término "combustión humana espontánea" fueron propuestos por primera vez en 1746 por Paul Rolli, miembro de la Royal Society, en un artículo publicado en Philosophical Transactions sobre la misteriosa muerte de la condesa Cornelia Zangheri Bandi.
Un artículo de L. A. Parry citó un libro publicado en 1823 con título "Medical Jurisprudence" (Jurisprudencia médica), que afirmaba que los puntos en común entre los casos registrados de combustión humana espontánea incluían las siguientes características:[17]"[...]los casos registrados tienen estas cosas en común: La relación con el alcoholismo es una temática común en las primeras referencias literarias de SHC, en parte porque algunos médicos y escritores de la época victoriana creían que la combustión humana espontánea era resultado del alcoholismo.
[21] El neurólogo Steven Novella ha dicho que el escepticismo sobre la combustión humana espontánea se está expandiendo, convirtiéndose en un escepticismo acerca de todas las formas de combustión espontánea en general.
[22] Se han realizado diversas investigaciones relacionadas al tema tanto para evaluar la plausibilidad de fenómenos como para encontrar posibles explicaciones del mismo.
[25] Sin embargo, en los casos en los que la destrucción es extensa, existen fuentes de combustible adicionales involucradas, como relleno de sillas, revestimientos para pisos, el propio piso y otras similares.
Los investigadores describieron cómo dichos materiales ayudaron a retener la grasa derretida, lo que provocó que una mayor parte del cuerpo se quemara y destruyera, produciendo aún más grasa licuada, en un proceso cíclico conocido como "efecto mecha" o "efecto vela".
Los incendios en cuestión son relativamente pequeños, logrando una destrucción considerable por el efecto de la mecha, y los objetos relativamente cercanos pueden no estar lo suficientemente cerca como para incendiarse (al igual que uno puede acercarse a una fogata modesta sin quemarse).
Se vertió una pequeña cantidad de gasolina sobre la manta para iniciar el fuego.
A medida que el fuego quemaba la piel del cerdo, su grasa subcutánea se derretía, fluyendo hasta la manta.
La médula ósea, que contiene gran cantidad de grasa, también contribuyó al fuego.
Mientras la tela arde, la grasa corporal se derrite y es absorbida por la misma ropa o tela ya carbonizada, lo que actúa como la mecha de una vela, produciendo así una llama suave y estable.
[49][50][51][52] De ella sólo quedaban tres dedos, la parte frontal del cráneo y las piernas.
Sus dos pies y ambas piernas por debajo de las rodillas no sufrieron daños.
[62] 1977: Ginette Kazmierczak, madre soltera del pueblo lorenés de Uruffe, fue encontrada calcinada en su dormitorio.
Poco minutos después más de ocho personas la vieron comenzar a arder, sin ninguna explicación.
No había señales de combustible en la escena y la cocina en la que yacía permaneció indemne.
[74] No es extraño que un criminal intente quemar a su víctima con la intención de encubrir el asesinato.
Así, por ejemplo, en el caso de Nicolle Millet, su marido fue detenido y condenado en primera instancia.
El caso de la condesa von Görlitz también se engloba en esta categoría.
Surgió la cuestión de si esta muerte (en una habitación aparentemente cerrada) había sido provocada por la combustión espontánea.
Para encubrir su crimen, amontonó objetos combustibles sobre el escritorio y les prendió fuego.
[75] 1885: En Navidad, una mujer aparece calcinada en su cocina y su marido asfixiado (familia Rooney).