A pesar de ello se sintió frustrado por la venta poco satisfactoria del libro en Estados Unidos y decidió irse a Europa donde pensó que sus investigaciones tendrían más consideración.
También frecuentó entonces varios políticos y escritores famosos del ámbito parisino de aquel tiempo, tales como George Sand o Gustave Flaubert.
Esta posición le permitió ganar una gran cantidad de dinero, y de consecuencia dedicar más tiempo a su pasión, los estudios americanistas, y más especialmente centrar sus investigaciones sobre los navegantes Colón, Juan y Sebastián Cabot.
Esto acabó alterando su salud y durante los últimos años de su vida se volvió neurasténico e irascible.
Una parte importante de sus libros y escritos fueron enviados a la Biblioteca del Congreso estadounidense, otra parte a la Biblioteca Nacional de Francia y el resto se vendió en subastas.