El hafnio es un metal dúctil, brillante, plateado y resistente a la corrosión; químicamente muy similar al circonio.
Por eso son muy difíciles de separar (los procesos geológicos no los han separado y en la naturaleza se encuentran juntos) y no hay otros elementos químicos que se parezcan más entre sí.
A temperaturas altas puede reaccionar con oxígeno, nitrógeno, carbono, boro, azufre y silicio.
[2] Otras aplicaciones:[3][4] Su existencia se predijo, usando la teoría de Bohr, que estaría asociado con el circonio, y finalmente se encontró en el circón mediante unos análisis con espectroscopia de rayos X en Noruega.
En su informe sobre La Ley Periódica de los Elementos Químicos, en 1869, Dmitri Mendeléyev había implícitamente predicho la existencia de un análogo más pesado del titanio y el circonio.
En el momento de su formulación, en 1871, Mendeléyev creía que los elementos estaban ordenados por su masa atómica y situaba al lantano (elemento 57) en el lugar que quedaba por debajo del circonio.
[5] La espectroscopia de rayos X realizada por Henry Moseley en 1914 mostró una dependencia directa entre la línea espectral y la carga nuclear efectiva.
[9] En 1921, Charles R. Bury[10][11] sugirió que el elemento 72 debía parecerse al circonio y, por lo tanto, no formaba parte del grupo de elementos de tierras raras.
[4][22] Este proceso para la purificación diferencial del circonio y el hafnio se sigue utilizando en la actualidad.
Por ello, es necesaria una separación casi completa del circonio y el hafnio para su uso en la energía nuclear.
Los compuestos que contienen este metal raramente están en contacto con la mayor parte de las personas y el metal puro no es especialmente tóxico, pero todos sus compuestos deberían manejarse como si fueran tóxicos (aunque las primeras evidencias no parecen indicar un riesgo muy alto).