Existieron desde el siglo XVI (fundadas por los jesuitas)[1] hasta la reforma agraria de Perú en el que fueron expropiadas por las iniciativas del general Juan Velasco Alvarado (a partir de 1969).
[3]: 29 Para esas fechas (1594) en el Perú ya había cuatro trapiches que molían caña y producían azúcar.
Las guerras de la Independencia y las luchas caudillistas causaron muchos destrozos en el campo.
[5] De otro lado, la crisis económica una vez post-bonanza del guano (con la consecuente caída del crédito internacional y la inflación monetaria) se sumó con la guerra con Chile que terminó con la derrota peruana terminó por impactar fuertemente a las haciendas azucareras las cuales o pagaban (y entraban en graves problemas económicos) y no pagaban (y sufrían los incendios de reclamo).
[5] Sin embargo, a finales del XIX aún eran muchas las haciendas y los ingenios que estaban en actividad y tan solo en el valle de Chicama operaban veinticinco de ellas con producción plena.
En ese mismo trabajo de Martinet, éste afirmaba que "los brazos que emplea la industria azucarera en el Perú son los brazos mercenarios contratados en las costas de Asia.