Durante la cena, una pareja de jóvenes enamorados llegan para alquilar una habitación en la que piensan suicidarse.La mujer (Annabella) queda herida y el suicida fallido (Jean-Pierre Aumont) desaparece con la complicidad de un cliente (Louis Jouvet) del hotel.Es el segundo film de la trilogía del realizador francés –los otros son Quai des Brumes y Le Jour se Lève— en la que los protagonistas están marcados por la fatalidad.Para la adaptación cinematográfica Carné pensaba recurrir al poeta Jacques Prévert, su guionista habitual, pero como este no estaba disponible encargó el guion y los diálogos a Jean Aurenche y Henri Jeanson.[3] El autor de los diálogos, Henri Jeanson, afirmó que escribió la frase específicamente para Arletty y que si la hubiese pronunciado otra actriz, habría pasado desapercibida y nunca habría tenido tanto impacto.