De la misma forma, el gobernante español, identificándose con el Hércules hispanicus, promueve la victoria del bien sobre la discordia.
El duodécimo y último trabajo encargado por el rey Euristeo a Hércules consistía en bajar al inframundo, atrapar a dicho monstruo y llevarlo vivo ante la presencia del rey.
Hades estuvo de acuerdo, siempre que pudiera dominar al perro sin armas.
Ya Elías Tormo y José Cascales Muñoz consideraron esta obra como una de las mejores de la serie, con un monstruo realmente fiero, al que Hércules parece que efectivamente esté arrastrando.
[6] Como en los otros lienzos del conjunto, Hércules aparece erguido en primer plano, con el mismo aspecto rústico —poco «clásico»— del Hércules Hispanicus descrito por algunos escritores contemporáneos de Zurbarán sobre mitología.