Su vida de estudiante fue intensa, siendo nombrado presidente su fraternidad y siendo también herido en un duelo a espada.
Ese mismo año pidió excedencia y realizó un viaje por Italia, tras lo cual se reincorporó a un nuevo trabajo en Berlín (1846-1849).
Trajo un mensaje positivo, diciendo que la bahía de San Francisco era un lugar idóneo para fundar una colonia socialista pero para entonces sus compañeros se habían desanimado y habían abandonado el proyecto.
[9] Tras vagabundear durante varios años por Europa, Bergenroth se afincó en Inglaterra en 1857.
La introducción redactada por Bergenroth resultó polémica y le costó duras críticas.
Allí se encontró con la noticia de que el antiguo archivero había sido destituido pero el nuevo tampoco le facilitaba el trabajo, debido a órdenes secretas enviadas desde Madrid.
[27] Esto condujo al hallazgo de muchos nuevos documentos, ocultos hasta entonces, si bien algunos legajos resultaron haber desaparecido.
Su madre, la reina Isabel, la habría desheredado porque no iba a misa ni quería confesarse.
[34] Su padre, Fernando, convenció en 1506 a su marido, Felipe el Hermoso, para encerrarla en Tordesillas.
Años más tarde el hijo primogénito de Juana, Carlos, mantuvo el encierro y ordenó que la obligasen a escuchar misa y confesarse empleando tortura si fuere necesario.
[38] Tras ocho años descubriendo los entresijos de la política europea del siglo XVI, Bergenroth afirmó que «Por desgracia, no he encontrado ningún héroe.»[39]