Habiendo penetrado así profundamente en el área poblada, unos 100-200 kilómetros, los tártaros se desplegaban, regresando hacia atrás, ahora con sus alas bien desplegadas, saqueando los pueblos que encontraban y esclavizando a sus habitantes.
Ambos factores, debidos a una única causa, las invasiones tártaras, retrasaron el desarrollo económico y social del país.
La población rusa de las zonas rurales también huyó para refugiarse en la capital.
En el plazo de tres horas Moscú quedó reducido a cenizas.
Cuando al día siguiente los tártaros partieron por la estepa de regreso hacia Riazán, llevaban consigo a 150 000 rusos esclavizados.