De acuerdo a los primeros documentos históricos que hablan sobre la región (Heródoto y otros historiadores), la zona al norte del mar Negro estaba poblada por los escitas.
Para Moscovia este espacio sin gobierno era un problema, pues suponía un refugio para los siervos del campo huidos.
Los cosacos de Zaporozhia descendían desde Jórtytsia por el Dniéper en sus chaiki y asolaban las costas del mar Negro, lo que forzó a los otomanos a fortificar el litoral con plazas como Kara Kermán o Jadsibey.
Por ello, en 1636 se iniciaría la construcción de la nueva línea de Bélgorod, que ocuparía los siguientes veinte años, y que estaría formada por Ojtyrka (1654), Olshán (1645), Volni kurgán (1640), Jomtyzhsk (1640), Kárpov (1646), Bóljov (Bóljovets, 1646), Korocha (1638), Yáblonov (1637), Tsariov-Alekséyev (1637), Verjososensk (1637), Userd (1641) y Ostrogozhsk (1652), entre otras muchas que se construyeron, también entre ambas líneas.
Poblaciones desplazadas de la margen derecha del Dniéper se trasladaron a estas nuevas regiones por colonizar, devastada por los conflictos ruso-turcos.
Los Campos Salvajes nunca tuvieron unas fronteras reconocidas por todos e indiscutibles.